miércoles, 17 de marzo de 2010

UN BUEN PENSAMIENTO


Quizá uno de los sonidos más desagradables en la vida de cualquier ser humano, después de la fresa del odontólogo, es el sonido del despertador.

Es que no parece justo, estoy dormido, calientito, arropado, soñando con los sueños, con la vida, con el futuro, con mis hijos, que vuelo, que nado, simplemente soñando... y el despiadadamente suena y suena y suena y suena hasta que de un atinado manazo apago su trinar.

Tengo entonces solo dos opciones, iniciar mi trabajo mental -es que mi mente también estaba dormida o por lo menos en otro lado- con un pensamiento negativo que me lleve a recordar deudas, enojos, rencores, malestares y que a la postre amargue todo mi día o iniciar inmediatamente...

...con un pensamiento POSITIVO...

Antes de continuar una preguntita... ¿A cuántas personas saludas por la mañana, a cuántas personas les deseas buenos días ANTES QUE A TI?

¿No crees que sería maravilloso desearle los buenos días en primer lugar a la persona más importante de tu vida... A TI antes que a nadie?

Bueno, regreso al asunto del pensamiento positivo...

El rumbo del día, de tu día, lo marcas tu mismo, depende de ti y solo de ti.

Imagina como sería tu día si tu primer pensamiento lo refieres a aquellas personas maravillosas con las que te encontrarás, aquel proyecto que tienes pendiente y los avances que le darás en esa jornada, aquel antojo que te cumplirás esa mañana, el olor del rico café que tomarás un poco más tarde... se antoja ¿no?

"Verás que la felicidad se expande,
la sonrisa se vuelve pandémica
y la vida se hace mejor."

Saludos
Gerardo González Guzmán

jueves, 11 de marzo de 2010

ESPERANDO LOS SUEÑOS


Esperar siempre me ha resultado desagradable, cualquier espera, aquella que nos resulta obligatoria por la impuntualidad irrespetuosa de un tercero; aquella que nos angustia por el resultado incierto de algún estudio, calificación, evento, vacaciones; aquella que nos mantiene estresados y expectantes ante el comunicado venidero u opinión de alguien sin que tengamos definición clara del sentido que tomará, al final cualquier espera siempre me ha parecido negativa. 

Pero existe una espera que me resulta absolutamente inaceptable, la espera para que los sueños se conviertan en realidad.

Y sobre ella quiero bordar el día de hoy, los primeros ejemplos no los quiero tocar por que, al final, no dependen de nosotros, no podemos hacer nada para evitarla o modificarla.

Esperar que los sueños se conviertan en realidad, insisto, me resulta inaceptable por que depende absolutamente de nosotros. Nosotros definimos los tiempos, los movimientos, las acciones que nos llevarán al éxito y a ver emocionados como nuestro sueño cobra vida y nace al mundo ofreciendo lo mejor de nosotros (dicho al margen si el camino para esto no lo sembramos con lo mejor de nosotros, tampoco valdría la pena ¿no?)

Dice el dicho “Soñar no cuesta nada”, es cierto, pero lograr que este sueño tome forma, evolucione, madure, y sea una realidad cuesta mucho. Quizá el término que debería utilizar no sea el “cuesta mucho” sino debemos “invertirle mucho”. No necesariamente en materia económica sino en tiempo, esfuerzo, dedicación, disciplina, emoción, complicidad. Pero sin duda, en la meta, todo habrá valido la pena.

No esperes, nunca vuelvas a esperar por que tu sueño se realice, ponte en acción. Es probable que el día a día te haga guardar esos sueños para “un tiempo mejor”, no los guardes, desempólvalos, da pasos todos los días, no importa el tamaño de los pasos, pero dalos todos los días. Es probable que al comentarlo te hayan dicho que estás loco, no te desanimes y créeles que estás loco, recuerda, los locos son los que han revolucionado el mundo.

No pierdas un segundo más esperando convertir en realidad tus sueños.

"Verás que la felicidad se expande, la sonrisa se vuelve pandémica y la vida se hace mejor."

Un abrazo

Gerardo González Guzmán

jueves, 4 de marzo de 2010

DEL TENER Y EL SER

"Papilla Estelar" obra de Remedios Varo (1958)

Que distorsionada está la realidad en la que nos encontramos, preocupados siempre por el coche que compraré, el mejor guardarropa, las mejores comidas y los grandes lujos rodeados siempre de una superficial preocupación.

Nos han enseñado a transitar por el mundo tomados de la mano de “el tener” como símbolo de éxito, de logros alcanzados, de caminos andados asegurando que si mi cuenta bancaria es robusta debo ser un gran personaje, digno merecedor de todas las canonjías y caravanas de aquellos a mi alrededor mismos a los que pisoteo en cada oportunidad que tengo.

Vamos por el camino del desprecio hacia aquel al que le a tocado vivir de otra manera, al que llamamos marginado, enfermo, pobre, solitario, sin atrevernos a preguntar no por la posibilidad de ayudar o confortar, sino por el estado anímico de esa persona, por su andar en la vida, no conocemos sus metas e ilusiones prejuzgando y etiquetándole como si tuviera, forzosamente que cumplir las mismas metas que nosotros nos hemos planteado, metas normalmente dirigidas “al tener”.

¿Cuántas veces hemos volteado a ver “el ser” dejando de lado, por un momento, “el tener”?

Nos han recetado la vida como una fórmula para hacer riqueza, obtener títulos nobiliarios y estar en lo alto de la pirámide orgánica de cualquier organización; nos lo han vendido como la única manera para ser hombres y mujeres de éxito.

Hemos olvidado lo que somos, nacimos humanos, únicos e irrepetibles y desde ese momento nos han convertido en máquinas de consumo, tener a cualquier costo, a costa de lo que sea, dejando de lado nuestra esencia, nuestra naturaleza humana.

Dejemos “el tener” de lado por un momento y ocupémonos en “el ser” busquemos hacia adentro, encontremos nuestras debilidades y hagamos de ellas fortalezas, saludemos al vecino, a aquella persona que día tras día hace de nuestro espacio un espacio más habitable, entrenemos nuestros talentos y usemos esas herramientas para hacer reír, para ayudar al que lo acepte, quizá solo con una palabra, con un gesto.

Regálate un poco de vida para vivirla y recordar que tu y solamente tu eres el camino para llegar hasta ti.

Realmente ¿qué tanto te conoces?

Verás que la felicidad se expande, la sonrisa se vuelve pandémica y la vida se hace mejor.

Un abrazo¡¡¡¡


Gerardo González Guzmán